miércoles, 27 de marzo de 2024

Lo que he aprendido en los últimos meses es que Dios posee un silencio infinito, quizá también se podría llamar, un silencio inmortal.

 




TESTAMENTO IV

 

 
Justo
cuando el doctor Henry Morgan
va a desvelar su inmortalidad
a la bellísima detective Jo Martínez,
termina aquella primera temporada
de Forever, meses después
                                          cancelan la serie.
 
Esa noticia
                  es
desde hace un tiempo
una lánguida e ineludible desavenencia,
aquella serie era mi esperanza
mi más ferviente optimismo
ante
todo lo que había pasado
y aceptar que la inmortalidad
era posible
me llenaba de una gran
y saludable locura.
 
La inmortalidad
con el paso de los años
se parece más a un castigo que una divinidad,
vivir eternamente
es recordar eternamente
la muerte de nuestros seres queridos
es llevar flores en cada funeral
es llorar a cada instante
la gran tristeza
cuando el corazón se encoge
dentro de la conciencia.
 
Es así la historia
tan terriblemente perenne
no posee el fracaso de la discordia
ni la desidia de un tiempo nebuloso,
lástima de aquella noticia
que no podrá suceder
hubiera dado parte de mis recuerdos
por ver la cara de la detective Jo
cuando el doctor Henry le suelta
sin anestesia que había nacido en 1777.
 
Quizá es una tontería
pero aún me atormentan esas cosas
esos hechos tan intrascendentales,
sucesos eso sí que pasan ligeramente fugaces
cómo, no hace mucho
descubrí la gran eficacia de un termo,
estuve dos días enteros fascinado
en la resistencia de una infusión a enfriarse.
 
Se puede afirmar que aquello
es una pequeña gran inmortalidad
mantener la temperatura
tiene un grado de supervivencia.
 
¿A veces me pregunto por qué Dios
no nos hizo inmortales
y, si lo hubiera hecho
que término sería en su caso
es decir
se conformaría con ser inmortal
como nosotros
o, buscaría algo para estar
por encima de nosotros?
 
En todo caso
lo que he aprendido
en los últimos meses
es que Dios posee un silencio infinito
quizá también se podría llamar
un silencio inmortal
hace milenios que no sabemos nada de él
solo la fe de los creyentes
y eso para mí no es suficiente.
 
La verdad, en el caso de Dios
nunca será precisa
por eso yo creo que está llena de ficción
y la ficción es más querida
seduce a los devotos y escépticos
en partes iguales.
 
Mi teoría de la inmortalidad
es que llega después de la muerte
creo que así lo ha dispuesto Dios
y tuvo una regla muy clara
que nadie ha incumplido
¿por qué ninguno después de muerto
ha regresado al mundo de los vivos?
 
La respuesta es clara
nadie osa cambiar
ese mundo por aquel que dejó
pues
el infierno no existe en otro lugar
estamos ya en él.
Intentar abolir la mortalidad
es engarzarse en una discusión
insulsa, imparcial, anodina
nuestro destino
es mantener la calma
es vivir nuestra adormecida felicidad
sin lágrimas
sin recuerdos indeseables
así de simple
y es fácil atrapar esas pequeñas virtudes,
esa pusilanimidad
de querer cambiar
                             el pasado
es una real pérdida de tiempo
por eso quiero lanzar
muy lejos
como sacos de aserrín
mis dos últimos años
y alcanzar un nuevo otoño
lleno de primavera
y lleno
de dulces momentos
de instantes floridos
como flores en un mantel
antes de poner la mesa.
 
Así debe ser la vida
que me queda
repleta de un hastío hermoso
como la llovizna que cae
en una tarde
y humedece pausadamente
el reverso
de una época
sin planes ni certezas.


JML